¿Hambre física o emocional?
Comer para satisfacer una necesidad del cuerpo es algo distinto a comer en respuesta a una emoción. En general, todos hemos experimentado ese momento en que la tristeza, la angustia, la preocupación o cualquier otro sentimiento nos lleva a refugiarnos en la comida. Sin embargo, esto puede ser peligroso si se trata de un cuadro que se presenta regularmente. Sigue leyendo para descubrir si es tu cuerpo el que te pide comida o es tu corazón…
Primero hablemos de los factores que nos ayudan a distinguir el hambre natural del cuerpo.
El hambre real, se caracteriza porque va apareciendo poco a poco conforme transcurre el día. Es decir, tú desayunas a las 9am y conforme se acercan las 12 del día tu cuerpo empieza a avisarte que es hora de darle de comer, no aparece instantáneamente, sino que pasan HORAS para que nuevamente necesites recibir alimento alguno.
Otra característica es que al recibir el alimento comes despacio, disfrutas lentamente tu comida y eres capaz de levantarte de la mesa si ya te encuentras satisfecho.
Al contrario de esto, el hambre emocional se manifiesta en que llega de una manera repentina y viene acompañada de un antojo en específico, también está acompañada de ansiedad, lo que hace que al comenzar a comer, no puedas detenerte aún estando ya satisfecho. ¿La consecuencia? Una fuerte culpa después de comer.
Si tú te has identificado con esto último ¡cuidado!, el hambre emocional empieza a manifestarse en tu cuerpo como sobrepeso, obesidad y distintos problemas de salud.
Recuerda, si estás triste, angustiado o viviendo un duelo, refugiarte en la comida sólo hará que agregues un problema a otro problema, mejor busca otras maneras de distraerte más sanas como hacer ejercicio, salir a dar un paseo o hacer yoga.
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